Sin una literatura infantil y juvenil versátil y de calidad no existirán lectores adultos. Somos ante una literatura con mayúsculas, exigente y de calidad, con libros buenos, malos y regulares, como la literatura considerada de adultos. No es la hermana pobre y alocada de las letras que tenemos que mirar con displicencia. Niños y jóvenes que leen hoy historias de fantasía o de aventuras serán lectores del mañana.
Francesc Gisbert, Una història de la literatura infantil i juvenil valenciana, "Col·lecció Didàctiques", Bromera
Mi madre era una mujer tradicional y conservadora. Natural de un pueblo de la Ribera. Una sabia. Pero de hombres, sabía muy poco. Me llenaba la casa de santos y vírgenes, algunos de tamaño natural, que compraba en una tienda de baratijas de segunda mano. A mi marido le encantaban . Las figuras tenían el tamaño y el peso ideal para usarlas de proyectiles y estamparlas contra la pared, cuando volvía bebido o de mal humor, porque algún negocio había fallado o la policía les había incautado la mercancía. Los electrodomésticos agradecían el descanso hasta que se agotaban los representantes de la corte celestial y había que volver a los objetos terrenales.
Francesc Gisbert, Un món de bojos, "Col·lecció Narratives", Onada edicions